La odisea comenzó el domingo 21, cuando cogimos un vuelo interminaaaaaaaaaaable hacia USA, interminable porque por mi afan de ahorrar unos chavos, cogí un vuelo a NYC con escala en Zurich, y luego otro 5 horas despues de NYC a Chicago. Lo bueno era que volábamos con Swissair, y la comida estaba de puta madre (queso suizo, chocolate y pizza!!!). Vimos la peli de Paul, (una de unos frikis y un marciano que pasan por la Ruta 66) y ya fuimos haciendo ambiente.
En teoría saliamos de Madrid a las 9 y llegabamos a Chicago a las 10 de la noche...pero por desgracia no fue así: una tormenta en NYC impidió a los aviones despegar en tiempo, (Irene se avecinaba y nosotros ignorantes). Así que llegamos al hotel a las 4 de la mañana, y despues de más de 30 horas sin dormir (cambios horarios incluidos).
Ya en el Hostel nos pasó algo raro, la gente no era simpática como decían...el de la recepción con cara de malas pulgas y borde como él solo nos empezó a poner problemas, algo que nosotros a día de hoy no llegamos a entender, parte por nuestro inglés de andar por casa y parte porque realmente el asunto fue surrealista. El caso es que nos decía que como habíamos llegado a las 4 de la mañana ya no nos podía cobrar la habitación que habíamos reservado el primer día, lo que nos hizo pensar que nos iba a tocar dormir en el suelo, en el sofa o en un cuarto de literas con 40 personas roncando alrededor...pero no...señores, el cabreo parece ser que lo tenía porque la noche la pasaríamos en nuestra confortable habitación pero sin pagar un duret! En fin, que el Hostel de Chicago nos encantó, estaba genial de precio, super céntrico (en pleno LOOP), la habitación era grande y con vistas chulísimas (las cuales no podreis ver porque estaban en la tarjeta de memoria perdida), los baños, aunque compartidos, estaban separados por sexos y limpíiiiisimos, nos incluía desayuno y organizaban e informaban de todas las actividades que tenían lugar en Chicago. Lo cual nos permitió asistir a un concierto de soul gratuito en el Millenium Park.
El ambiente en el parque era genial! Unas señoras de Chicago nos pararon porque Xevi llevaba las savarcas y se ve que habían estado en Menorca y las habían reconocido.
Luego fuimos a la calle Adams Street, donde nace la ruta:
Hicimos desayuno-comida en Lou Michells, MADRE MIA como comen los yankis!!! Allí pasan varias cosas:
1.- Los platos son tan grandes que puedes pedir uno, comer dos personas, y aún así salir hinchado.
2.- Ellos mismos no pueden con ello, pero no son tan listos como nosotros que decidimos pedir un plato para dos (y poder probar así más diners), así que directamente les dan unos tupers cuando les llevan la cuenta para que se lleven la comida a casa.
3.- El cafe es tan aguado que pueden comer y cenar con café. Y mola muchísimo que venga MaryRose a servirte más cafe en esas cafeteras de cristal (me sentía como Kyle MacLachlan en Twin Peaks).
4.- Nada más entrar a en un restaurante te plantan un vaso gigaaaaaaante de plástico duro con hielo picado hasta arriba, una rodaja de limón (según los Estados) y una pajita para que siempre tengas agua bien fresquita.
5.- Los camareros te hacen mogollón la pelota y te cuidan muchísimo, porque "viven de las propinas" (entre 10-20%).
6.- Si pagas con tarjeta, puedes incluir en boli la propina que les quieres dar, a pesar de que te hayan pasado ya la tarjeta pro el datafono (mu moden'nos).
Despues fuimos a la Sears tower a ver el skyline de Chicago, ya que desde el Hostel podías comprar las entradas y te hacían descuentos y te ahorrabas las colas.
Luego fuimos hacía el norte, (una pasada la de esculturas que hay: Dali, Miró, y un mosaico precioso de Marc Chagall),
hasta llegar al Pier para ver el atardecer
con parada previa en Billy Coat tavern a tomar una cervecita. Dicen que fue el dueño de este local quien echó la maldición a los Cups por no dejarle entrar al estadio con su cabra...y desde entonces...
Acabamos en la playa de Chicago, es muuuuuuy fuerte, el lago Michigan tiene unas olas que ni en el Cantabrico! Es una sensación rarísima porque parece un mar, no se ve el otro lado y tiene olas!!
Y por la noche...siguiendo los sabios consejos de Esther, nos fuimos a cenar a Giordanos. Madre mía la pizza rellena que nos zampamos!! Evidentemente nos dejamos más de la mitad (nos pilló la novatada, pero el invento del tupper nos salvo la cena en el hostel el día siguiente).
Otra cosa que nos encantó es que cuando pedíamos cerveza por la noche nos pedían el DNI, lo cual nos emocionaba muchísimo porque dábamos por hecho que era porque parecíamos unos venteañeros...en fin, luego nos enteramos que tienen obligación de pedirlo a todos aquellos que aparenten 30 o menos.
Bueno, chicos...despues de toooooodo el día pateando la ciudad queríamos al Signature Lounge a tomarnos una copa con vistas de Chicago, pero estabamos muertos y nos volvimos al hostel a mimir...
Mañana será otro día!!!!
Por favor, necesito que publiques maaaaas!... estoy enganchadisima jejejejee
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